El grupo decidió recrear dos historias reales. Una actriz propuso la historia de su abuela, Ofelia, moza casamentera en 1917 que se había enamorado de Antonio, el pregonero del pueblo, casado, con hijos y 20 años mayor que ella. Tuvieron hijos y Ofelia vivió toda su vida siendo “la otra”. Antonio la quiso mucho y repartió su escaso sueldo entre sus dos familias. Con gran entereza Ofelia sacó adelante a sus hijos.

Poco antes de estrenar la obra, algunos hijos y familiares directos de Ofelia estuvieron dispuestos a denunciar a la Corporación Municipal, al grupo de teatro y al autor, si la obra se estrenaba y difamaba la memoria de la difunta.

Nadie fue notificado judicialmente. No se sabe si la denuncia se formalizó, pero si lo fue, tal vez no fuera admitida a trámite.

El estreno tuvo gran acogida en el pueblo. Aquellos familiares, custodios del buen nombre de Ofelia, tuvieron ocasión de ver que lejos de difamarla se la enaltecía como ejemplo de lucha y coraje en tiempos muy difíciles.